En este post estuve a punto de escribir acerca de mi experiencia en Francia, sobre como es vivir en Francia desde el punto de vista de un mexicano. Pero finalmente he decidido hablar de esta experiencia desde otro punto de vista.
Alguna vez en nuestra vida, todos hemos escuchado la famosa frase de "No sabes lo que tienes hasta que lo pierdes".
Hace unos cuantos meses, tuve una semana un tanto peculiar. El último día de clases del 2018 fui a comer al restaurante universitario que se encuentra cerca de mi casa. Y para dar un poco de contexto para los que no sepan como funcionan los restaurantes universitarios, empiezas en una fila, tomas una charola, y avanzas poco a poco por una barra llena de diferentes alimentos. Tomas lo que quieres, pagas al final con la tarjeta de la escuela (no siempre es así) y te sientas a comer. Algo así como en las películas de Estados Unidos.

Al momento de pagar, la chica de enfrente mio intentó pagar con efectivo. La cajera le comentó que no podía pagar en efectivo, que bajara a la planta baja, y que pidiera un ticket allí mismo. Supuestamente cuidarían su comida mientras ella bajaba a pagar. Pagué mi comida y me senté en una mesa cerca de la caja. Minutos después, ella regresó sin el ticket y la cajera le comentó que no podía entregarle su comida si no pagaba. Todo el mundo observando y nadie hacia nada. Ofrecí pagar la comida, ya que nadie más lo iba a hacer. Tal vez la gente alrededor estaba dispuesta a aceptar que esa persona se quedaría sin comer ese día. Me dio las gracias y se fue.
Al día siguiente, si mal no recuerdo, iba camino a mi casa cuando vi a un chico joven junto con quien parecía ser su abuelo, saliendo de su habitación cargando sus cosas, aparentemente para su mudanza (Empezaban justo las vacaciones y en Francia es muy común mudarse todo el tiempo). Cuando pase por ahí no pude evitar notar que los dos evidentemente necesitaban ayuda e inmediatamente ayudé al señor mayor a cargar una maleta que pesaba por lo menos 20 kg. Al mismo tiempo noté que antes de que yo pasara por ahí, ya había mucha gente observando a estas dos personas. De cerca. La misma situación de nuevo. Sin hacer nada. Y no pude evitar pensar que era una situación triste. ¿Como puedes ver a un adulto mayor cargando maletas de tal peso sin acercarte a ofrecer ayuda? Sigo sin entender.
Un par de díasmás tarde, hablé con mi mamá por video llamada. Unos viejos amigos de la familia habían ido desde Guadalajara hasta Chihuahua a visitarlos y decidieron hablar conmigo mientras era de mañana. Mientras hablábamos por video llamada, intenté no extrañar la inmensa amabilidad y hospitalidad que tenia tiempo sin ver. Pero fue imposible. Y recordé lo hospitalarios y amables que solemos ser culturalmente.
Creo que no podemos criticar una cultura por sus hábitos, costumbres o creencias, pero creo que gracias a los contrastes aprendemos a apreciar lo que tenemos y lo que queremos para nosotros mismos en nuestra vida. Todas las culturas tenemos mucho que aprender todavía, mucho que crecer, mucho que conocer, y espero que algún día podamos aprender lo mejor de los demás.
Disfruten los pequeños detalles.
